Figura 1. Representación de la localización anatómica de los principales depósitos de tejido adiposo visceral.
Fuente: Physiol Rev 93: 359-404, 2013.
A fin de prevenir o mejorar los niveles de grasa visceral, es importante tratar de reducir los niveles a un rango saludable gracias a un estilo de vida saludable, activo y con buenos hábitos nutricionales.
El consumo de bebidas azucaradas se ha relacionado con una mayor incidencia de diabetes tipo 2 debido a la presencia de hidratos de carbono de absorción rápida y al empeoramiento del control glucémico en pacientes con diabetes, independientemente de la adiposidad.
Además, las bebidas con alto contenido en fructosa producen aumento de triglicéridos, de LDL colesterol, descenso de HDL colesterol, dislipemia e insulinorresistencia, así como un aumento de la grasa visceral.
También se ha demostrado que la ingesta de grasas trans produce incremento en el peso, la grasa visceral, el perímetro abdominal y el consumo de otros tipos de grasas.
Un aumento del 2% en el consumo de grasas trans procedentes de alimentos ultraprocesados se asocia con un aumento de 1,6 kg de peso corporal en mujeres, siendo este incremento mayor en aquellas con antecedentes personales o familiares de exceso ponderal.
Sin embargo, es la dieta mediterránea una valiosa herencia cultural que ha demostrado disminuir el riesgo cardiovascular. El estudio PREDIMED (PREvención con Dieta MEDiterránea) demostró que la dieta mediterránea sin restricción calórica, enriquecida con aceite de oliva virgen extra o frutos secos, redujo en un 30% la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores en una cohorte de casi 7500 participantes de edad avanzada con alto riesgo cardiometabólico.
Las principales características de una dieta mediterránea incluyen la abundancia de alimentos de origen vegetal, el aceite de oliva virgen como principal fuente de grasa, un consumo de pescado y carne de ave en cantidades bajas o moderadas y una ingesta relativamente baja de carne roja.
El patrón de dieta mediterránea no favorece el incremento de peso o la adiposidad visceral a largo plazo y podría proteger de enfermedades relacionadas con la inflamación crónica como la obesidad visceral, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y de ciertas patologías autoinmunes.
Por todo ello, la grasa visceral responde a las mismas estrategias de alimentación, actividades físico-deportivas y de estilo de vida saludable. Si tus niveles de grasa visceral son perjudiciales y deseas adoptar un cambio de hábitos, nuestro equipo médico-nutricional puede ayudarte en este proceso y ganar salud y calidad de vida.
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