Por Alejandro Monzó Elvira. Dietista-Nutricionista.
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5 de abril de 2024
La prioridad nutricional de los deportistas es ingerir la energía necesaria para lograr un óptimo rendimiento. Se ha demostrado que los deportistas necesitan consumir una adecuada cantidad de energía para mantener un peso apropiado, una composición corporal óptima y un buen rendimiento. La evidencia científica muestra como una adecuada nutrición puede demorar la fatiga de diversas maneras al: Proveer la energía adecuada Proveer la energía adecuada Prevenir el catabolismo celular Controlar la temperatura corporal Facilitar la pérdida del exceso de grasa corporal Mejorar las funciones fisiológicas Aumentar el transporte de oxígeno Mejorar el uso de las vías metabólicas energéticas Uno de los principales objetivos de los deportistas es mantener una masa y composición corporal adecuadas. La excesiva pérdida de masa corporal empeora el rendimiento y puede tener significativas consecuencias en la salud, como ocurre en el caso de los deportistas con trastornos alimentarios, osteoporosis o baja ingesta energética. Las dietas bajas en energía pueden causar pérdida de masa muscular, disfunción menstrual, pérdida de densidad mineral ósea e incremento de la fatiga, así como lesiones y enfermedades y un prolongado proceso de recuperación. Por otro lado, el porcentaje de grasa corporal de los deportistas varía según el sexo y el deporte que practican. El mínimo nivel de grasa corporal compatible con la salud es del 5% en varones y del 12% para las mujeres. La intensidad, la duración, la frecuencia y el tipo de actividad, así como el sexo, el nivel de aptitud individual, la ingesta de nutrientes y los depósitos de energía, determinarán cuándo se produce el cruce de los sistemas energéticos aeróbicos y anaeróbicos. El entrenamiento puede mejorar la capacidad del uso de las grasas como fuente de energía durante el ejercicio, de esta forma se incrementa en el músculo esquelético la oxidación de las grasas. Sin embargo, este proceso suele estar limitado durante el ejercicio que excede el 65% del VO2 máximo, ya que la oxidación comienza a disminuir significativamente con el ejercicio de alta intensidad y, en este caso, se utilizan los hidratos de carbono como fuente de energía (figura 1.).